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Las relaciones nunca son fáciles e incluso los matrimonios más sólidos pueden ser presa de la infelicidad.
Esas mariposas en el estómago pueden convertirse en un pozo interminable de ansiedad, ensuciando cada interacción que tenga con su marido.
Antes de que te des cuenta, estás convencida de que ese sentimiento ardiente que tienes hacia tu marido ya no es amor, sino odio.
La mayoría de las veces, las mujeres no siempre entienden cómo algo tan puro puede convertirse en algo tan desdeñoso.
Pero aprender a odiar a tu marido, al igual que enamorarse, se basa en interacciones pasadas, intencionadas o no.
He aquí algunas razones por las que se siente así hacia su marido, y lo que podría hacer para salvar el matrimonio:
1) Ya no hay nada nuevo en sus vidas
El problema: Una de las razones más comunes por las que los cónyuges empiezan a odiarse es que asocian lo aburrido de sus vidas con el otro.
Llevas casado 5, 10, 15 años, y parece que la parte de tu vida en la que experimentas cosas nuevas se ha acabado.
Todo se ha convertido en una rutina, y aunque usted quiera hacer algo al respecto, odia a su pareja porque parece perfectamente satisfecha con esta existencia aburrida y rutinaria.
¿Lo peor?
No recuerdas haberte enamorado de un hombre tan ordinario y aburrido.
Lo que puedes hacer: Háblalo con él. Sé sincero sobre tus sentimientos y ten una conversación seria sobre tu infelicidad por cómo están las cosas.
Si él está perfectamente contento con las rutinas de vuestra vida juntos, puede que no entienda en absoluto tu decepción, y no puedes seguir esperando a que capte tus indirectas.
También podrías intentar introducir cosas nuevas en tu vida (o en vuestra vida compartida) sin él.
Vete de viaje, apúntate a una clase nueva, empieza a salir los fines de semana, y si te quiere intentará involucrarse sólo para estar contigo.
2) Ha olvidado el significado de compromiso
El problema: Cuando tú y tu marido erais jóvenes y frescos, siempre teníais en cuenta los sentimientos del otro.
Había un amor evidente en el aire cuando estabais juntos porque os preocupabais el uno del otro, de sus deseos y necesidades, de sus pensamientos y opiniones.
Pero estos días da la sensación de que le importa un bledo lo que realmente quieres, y quizá, como reacción, tú le trates de la misma manera.
Cuando se quieren dos cosas diferentes, los dos se enzarzan y luchan hasta que alguien cede.
Lo que puedes hacer: Empiece poco a poco. Recuerde que no va a ser fácil, porque la brecha entre usted y su marido se ha agrandado con los años.
Así que para construir ese puente entre tú y tu hombre hay que empezar por las cosas pequeñas, y hay que partir de un lugar en el que ambos aceptéis que queréis haceros felices el uno al otro.
Sin esa necesidad interna de crear felicidad en tu pareja, nunca querrás realmente comprometer tus propias necesidades por las suyas.
3) Dejó de cuidar de sí mismo
El problema: Es difícil amar a alguien que se deja llevar.
Eso no quiere decir que el amor sea superficial y que sólo te casaste con él por su aspecto, pero la atracción sexual y física es una necesidad muy humana.
Sin esa atracción, puede ser mucho más fácil que no te guste tu marido, no sólo porque ya no es atractivo, sino porque no parece importarle que ya no lo sea.
Y esto añade peso a cualquier otro problema que puedas tener con él.
Ver también: 10 cosas que hacer cuando alguien a quien quieres te apartaEs imposible respetar a alguien que no parece respetarse a sí mismo lo suficiente como para cuidar su aspecto y su salud.
Y si no puedes respetarle, ¿cómo vas a quererle?
Lo que puedes hacer: Como con la mayoría de los puntos aquí, la honestidad es la mejor política.
Ver también: ¿Cómo sabes que quieres a alguien? Todo lo que necesitas saberNo tengas miedo de decirle cómo te sientes: que quieres estar con alguien que cuide su cuerpo y no se atormente con problemas de salud evitables.
Si está dispuesto a hacerlo, échale una mano con su dieta y estableciendo una rutina de ejercicio regular.
Si bien es cierto que puede ser un tema delicado, tienes que hacerle saber que tú también consideras que tu vida es un tema delicado, y lo esencial es que no quieres pasar tu vida con alguien a quien no soportas ver desnudo.
4) Estás con un narcisista que se da prioridad a sí mismo por encima de todo lo demás
El problema: Muchos de nosotros acabamos con narcisistas sin darnos cuenta, y eso puede haber sido lo que te ocurrió a ti.
Quizá tu marido siempre fue un poco vanidoso y egocéntrico, pero entonces no era para tanto.
Después de todo, podrías comprometer tus deseos y necesidades por él, simplemente porque preferías la felicidad de una relación tranquila y armoniosa a los constantes desacuerdos por cosas sin sentido.
Pero ya no eres tan joven como antes y te has dado cuenta de que quieres algo más en tu vida que ser una "Yes Woman" para él.
Ves sus exigencias narcisistas ahora más que nunca, y después de años actuando de una manera, parece imposible que cambie.
Lo que puedes hacer: Hay problemas que no tienen solución; éste es uno de ellos.
Si realmente estás casada con un narcisista, entonces estás con alguien que se ha pasado la vida manipulando a la gente para sus propias necesidades.
¿Cuál es el problema?
Puede que hayas caído en la trampa porque puede que tengas exactamente el tipo de personalidad abnegada que te permite dejarte minar por la felicidad de alguien a quien quieres.
De hecho, este es un problema común para un "empático" empático, que es lo contrario de los narcisistas.
Mientras que las personas con trastorno narcisista de la personalidad carecen de empatía y prosperan gracias a la necesidad de admiración, los empáticos están muy en sintonía con sus emociones.
Debido a estas fuerzas opuestas, los narcisistas y los empáticos tienden a atraerse.
Cuando te encuentras en una situación así, tienes que pararte a pensar.
Pregúntate: ¿es realmente un narcisista y te has enfrentado a él por ello?
Llevas años con él; deberías saber mejor que nadie si es capaz de cambiar.
Y si no lo es, tienes que considerar seriamente la opción de seguir adelante con tu vida, cortar con él a pesar de lo que diga, y escapar de esta vida de manipulación y abuso emocional.
5) Lleva demasiado tiempo estresado por todo lo demás
El problema: A veces, las duras realidades de la vida cotidiana bastan para que los cónyuges se vuelvan el uno contra el otro.
Cuando la vida se vuelve demasiado pesada, incluso la presencia de la persona que amas empieza a sentirse como una intrusión.
Sin que usted tenga la culpa, las pequeñas cosas que hace su cónyuge se convierten en una molestia.
El peso que llevas del trabajo, de tus otras relaciones o simplemente de las responsabilidades que soportas acaban por mermar tu resistencia y tu paciencia.
¿Y quién va a sufrir las consecuencias sino tu cónyuge?
Lo que puedes hacer: Practica ejercicios de atención plena. Establece un umbral mental entre los factores estresantes del trabajo y la paz que tienes en casa.
Sea consciente de cómo la vida fuera de su matrimonio influye en su interacción con su cónyuge.
Con demasiada frecuencia, las parejas acaban convencidas de que son infelices el uno con el otro cuando en realidad sólo están estresadas por todas las demás cosas de su vida.
Si te sientes abrumado, comunícaselo a tu cónyuge.
Puedes pedir comprensión y compasión en su nombre en lugar de dejar que lidien solos con tus frustraciones.
Recuerda: estáis en el mismo equipo y deberíais trabajar el uno con el otro para hacer que este matrimonio sea más fuerte a pesar de los factores de estrés externos.
6) La relación no es igualitaria
El problema: En algún momento, estar con tu marido dejó de parecerte un acuerdo igualitario.
Tal vez siempre fue así y tú estabas demasiado enamorada para que él se diera cuenta en ese momento, o tal vez ha retrocedido a una personalidad que te da por sentada sólo porque lleváis mucho tiempo juntos.
Pero por la razón que sea, ya no te ve ni te trata como a un igual.
Piensa que sus opiniones y decisiones son siempre las correctas y que cualquier pensamiento que puedas tener es sólo una sugerencia que puede ignorar.
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Las decisiones familiares y vitales están siempre bajo su autoridad, mientras que tú te quedas con las cosas "pequeñas".
Lo que puedes hacer: Hazte valer y mira cómo responde. Demuéstrale que no te conformas con ser el tipo de ama de casa callada que tantos hombres consideran normal entre las mujeres.
Recuérdale que se casó con una mujer fuerte e inteligente y que los años no han cambiado eso; sólo ha dejado de verte así.
Así que toma una decisión importante y desempeña un papel más activo en el proceso de toma de decisiones, hasta que no pueda ignorarte y acabe por pedirte siempre tu opinión.
7) Tienes una idea disfuncional de lo que debe ser un matrimonio
El problema: Es probable que de niño hayas estado expuesto a malas relaciones y que las historias de maridos infieles o esposas maltratadoras se hayan convertido en un elemento básico de tu infancia.
En algún momento, esto influyó en que tuvieras una visión disfuncional de las relaciones.
Sin ninguna referencia sobre cómo es una relación normal y sana, inevitablemente recurrió a estos ejemplos y ellos enmarcaron su forma de entender las relaciones.
Ahora que está casado, no consigue conciliar lo que su cónyuge quiere con lo que usted entiende por matrimonio.
Sientes constantemente que te esfuerzas al máximo y, sin embargo, no acabas de entender lo que él quiere de la relación.
Lo que puedes hacer: No puedes cambiar tu historia y tu infancia, pero puedes trabajar con tu cónyuge para recrear tus expectativas respecto al matrimonio.
Trabajar con tu pareja te permite examinar tu propia visión del matrimonio desde un punto de vista objetivo.
Juntos, pueden desempacar prejuicios y convicciones de su infancia y establecer juntos una línea de base que funcione específicamente para su matrimonio.
Lo importante es abordarlo desde la compasión y tratarlo como un terreno neutral en el que ambos podéis aportar vuestras opiniones de forma abierta y segura.
8) Te hirió de una manera que no puedes perdonar
El problema: Tal vez su cónyuge haya hecho algo en el pasado que usted aún no puede perdonar.
En ese momento, estabas convencido de que todo habría vuelto a la normalidad; que lo único que necesitabais era tiempo para curar todas las heridas y reparar vuestra relación.
Sientes la obligación de haber perdonado ya a tu cónyuge.
Mientras tanto, también sabes que las relaciones no funcionan así. El amor es un recurso finito y algunos fallos desencadenan problemas irreparables.
Lo que puedes hacer: Algunas heridas no se curan de la noche a la mañana; a veces no se curan hasta dentro de un par de meses y eso está perfectamente bien.
Si no eres capaz de perdonar a tu cónyuge por lo que ha hecho, es posible que no hayas recibido las disculpas que crees merecer.
En este punto, puedes abrirte a tu cónyuge y decirle que te cuesta perdonarle.
Si tiene intención de salvar la relación, hará todo lo que esté en su mano para que la relación alcance un estado natural de equilibrio.
Si hablar de ello con tu cónyuge no te ayuda, simplemente tienes que aceptar que aún estás curándote, y eso está bien.
Forzar una resolución antes de que surja de forma natural sólo puede abrir una brecha entre los dos.
9) Te hiere de pequeñas maneras sin saberlo
El problema: No hay más remedio: tu marido es un imbécil. No hace falta que tengas grandes peleas todos los días para desarrollar un sentimiento de aversión hacia tu maridito.
Su costumbre de criticar todo lo que haces para avergonzarte delante de tus amigos puede acumularse.
Y lo que es peor, no parece ser consciente de ello ni preocuparse lo suficiente como para cambiarlo.
Se supone que las parejas deben apoyarse mutuamente; se supone que debemos sentirnos seguros con ellas, pase lo que pase.
Pero si su marido es la persona que le causa angustia y le hace cuestionarse su propia confianza, es inevitable que se sienta alejada de él.
Lo que puedes hacer: Que sepa lo que está haciendo.
Si lo hace habitualmente, lo más probable es que no entienda realmente lo que sientes o que no comprenda cómo sus palabras afectan a tu confianza y a vuestra relación.
10) Tiene una adicción que no intenta solucionar
El problema: Siempre has sabido que algo no iba "del todo bien".
Todas esas copas a primera hora de la tarde o esas noches hasta tarde viendo páginas de apuestas han pasado de ser pequeños inconvenientes a ser auténticos rompedores de tratos.
Cuando miras a tu marido, ya no reconoces al hombre con el que te casaste.
Sus prioridades han cambiado y parece como si estuvieras negociando constantemente por la paz o la cordura.
Tal vez sea adicto al alcohol y no pueda frenar sus problemáticas borracheras; tal vez haya desarrollado una insana adicción al gasto para hacer frente al estrés de la vida cotidiana.
Sea cual sea la situación, ya no te sientes como una mitad igual de la relación, sino como una muleta que intenta sostener un matrimonio moribundo porque él ya no puede controlar sus impulsos.
Lo que puedes hacer: Sé sincera con él y dile que firmaste para ser su esposa, una compañera en pie de igualdad, y no una cuidadora.
A veces los matrimonios se vuelven menos sobre dar y recibir y más sobre dar por sentado al otro.
Si crees que tu marido no se esfuerza lo suficiente, no dudes en exigirle más.
Al fin y al cabo, este también es tu matrimonio. Sus acciones os afectan a los dos y es justo querer exigir más de la relación.
11) Sientes Que Te Ha Retenido Tu Verdadero Potencial
El problema: Miras atrás años antes de conocer a tu marido y no puedes evitar preguntarte cuánto mejor podría haber sido tu vida si hubieras tomado otro rumbo.
Te miras al espejo y ya no ves a la persona que eras. De repente, tu individualidad ya no se siente resuelta, completa.
Todo lo que eres es una esposa - una cáscara de lo que una vez fuiste, una identidad que está inevitablemente en bucle con la de tu marido.
A veces, estás convencida de que tu marido te ha quitado todo el potencial que tenías, y el lío que es la vida matrimonial te ha despojado por completo de tu identidad.
Tal vez ya no tengas tiempo para ti misma debido a las tareas domésticas, o tal vez tu marido te disuada activamente de dedicarte a tus propias pasiones.
En cualquier caso, tu marido se ha convertido en la fuente de tus frustraciones, la razón por la que ya no eres la persona que eras.
Lo que puedes hacer: Intenta llegar a un compromiso con tu marido para ver si podéis pasar más tiempo "vosotros".
Si tu marido se preocupa de verdad por tu bienestar, apoyará tu petición y será más comprensivo con tus necesidades. Si no, quizá no sea el mejor compañero para ti.
12) Tenéis grandes diferencias que nunca habéis abordado
El problema: Culturalmente, espiritualmente, moralmente... todos tenemos valores incrustados en nuestros sistemas que forman parte de lo que somos.
Por muy flexible que uno sea, transigir con esos valores siempre se siente como una traición a uno mismo, y cuanto más a menudo transigimos con aquello en lo que creemos, menos podemos respetar y amar lo que somos.
Si es tu pareja quien te hace sentir así, puede llevarte fácilmente por el camino de odiarle.
Tal vez tú quieras tener hijos y él no. Tal vez él quiera repartirse las finanzas y tú creas que deben ser compartidas. Tal vez él no quiera enseñar religión a vuestros hijos, pero tú sí.
Por la razón que sea, entre tu marido y tú hay problemas enormes que ambos pensasteis ignorar hasta que ya no se pudieron ignorar más.
Por desgracia, por "cruzar ese puente cuando llegues", acabaste invirtiendo varios años de tu vida en alguien con valores completamente ajenos a los tuyos.
Y no sabes si podrás soportarlo.
Lo que puedes hacer: Un tema como éste puede ser algo sobre lo que tu marido y tú ya hayáis discutido mil veces.
Si ninguno de los dos está dispuesto a ceder o a adaptarse a su pareja, puede que se trate de otro muro insalvable.
Tienes que preguntarte si estás dispuesto a cambiar una de tus creencias por el bien de tu matrimonio.
¿Merece la pena luchar por tu matrimonio?
Ningún matrimonio es perfecto.
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