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Aunque puede ser una buena idea tomarse el tiempo necesario para comprender realmente una determinada lección o habilidad, hay que reconocer que el tiempo no es un recurso infinito.
Adquirir una nueva habilidad en poco tiempo permite disponer de más tiempo para perfeccionarla o adquirir otra habilidad.
Prepara el camino para el dominio o la flexibilidad, dos características esenciales para el éxito.
¿Y lo mejor?
No hay que nacer con una capacidad mental especial para el aprendizaje rápido. Como cualquier habilidad, cualquiera puede aprender a hacerlo.
Con estos 12 rasgos de un alumno rápido, puedes adquirir un nuevo hábito para acelerar tu propia velocidad de aprendizaje.
1. Aspiran al progreso, no a la perfección
Ser perfeccionista tiene sus pros y sus contras.
Aunque es bueno esforzarse por obtener resultados de alta calidad, eso no será posible sin tener antes experiencia.
Para adquirir experiencia, hay que empezar de verdad. Hay que empezar a hacer. Una persona que ha escrito 10 novelas cortas ha aprendido mucho más que la que se pasa años elaborando una sola.
A partir de cierto punto, hay que salir de las aulas e ir al campo.
Cualquier progreso es bueno cuando se empieza a aprender algo.
Entre donde está el aficionado y el profesional hay cientos de errores. Cuanto más rápido experimente el aficionado esos errores, más rápido se convertirá en profesional.
2. Aplican lo que han aprendido
Tomar notas y saber sobre algo es diferente de ser capaz de hacerlo.
Podemos pasarnos todo el tiempo discutiendo qué es exactamente una bicicleta y la mecánica y la física de su funcionamiento.
Pero no conseguiremos nada hasta que nos subamos a la moto y apliquemos lo que hemos aprendido.
Los que aprenden rápido siempre traducen las lecciones en acción. A veces puede resultar difícil.
Siempre nos asalta el miedo al fracaso, que nos desanima incluso a pisar el pedal de la bicicleta.
Pero no hay forma más rápida de aprender que subirse y caerse. Al final, no se trataba simplemente de tomar apuntes sobre cómo montar en bici, sino de montarla de verdad.
3. Tienen un motivo para aprender
A la mayoría de los estudiantes de secundaria y bachillerato puede resultarles difícil aplicarse a sus asignaturas.
Se pierden y se confunden, preguntándose para qué necesitan estudiar la fórmula cuadrática. Aprender puede parecer una pérdida de tiempo si no sabemos para qué sirve.
Un estudio ha descubierto que tener no sólo un objetivo orientado a uno mismo (disfrutar del futuro trabajo) sino también un objetivo "más allá de uno mismo" (tener un impacto positivo en el mundo que les rodea) aumentaba la nota media de los estudiantes en su carrera académica.
Saber exactamente para qué se va a utilizar la habilidad no sólo mantendrá la motivación, sino que dejará más claro qué información es útil y cuál no, con lo que el proceso de aprendizaje será mucho más rápido.
4. Simplifican la información
Cuando intentamos aprender una nueva habilidad, puede resultar difícil comprenderla en su totalidad.
Conducir un coche por primera vez sin comprender cómo funcionan juntos los pies, los ojos y las manos puede convertir al conductor en un desastre cognitivo.
Por eso, las personas que aprenden rápido suelen utilizar el método de aprendizaje llamado "Chunking".
Básicamente, consiste en dividir grandes cantidades de información en grupos manejables y significativos, llamados "trozos".
Puede parecer contraproducente dividir la información en pequeñas lecciones, y por tanto más lecciones que aprender.
Ver también: 13 razones por las que la personalidad siempre importa más que la aparienciaPero facilita a tu mente la codificación de la información al tiempo que garantiza resultados de alta calidad.
Por eso, el estudiante cuidadoso toma cada dato -la posición de las manos y los pies, y dónde mirar- de uno en uno. En este sentido, ir más despacio hace que se aprenda más rápido.
Lectura recomendada: 13 hábitos de estudio japoneses para ser más productivo
5. Buscan una respuesta inmediata
Las mejores lecciones no provienen de los profesores ni de las lecturas, sino de la acción.
Ver también: 10 posibles razones por las que dice que te echa de menos pero te ignora (y qué hacer a continuación)En concreto, es la retroalimentación que se obtiene al pasar a la acción cuando alguien realmente consigue aprender algo.
El término clave aquí es "inmediato".
Si alguien no recibe el feedback que necesita lo antes posible, corre el riesgo de continuar con el trabajo sin saber si su proceso funciona o no.
Por eso los deportistas tienen entrenadores que les guían.
Los deportistas necesitan saber si lo que hacen está bien o no para poder corregirse y ejecutar los movimientos correctamente lo antes posible.
6. Cometen errores
Empezar a aprender una nueva habilidad puede ser un reto si te preocupa cometer errores.
Lo cierto es que, en un momento u otro, no te quedará más remedio que hacer alguna.
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No hay más remedio.
Por muy desalentadores que puedan llegar a ser, las lecciones aprendidas en esos fracasos son las más duraderas.
Al ser principiante, también es de esperar que cometa errores.
Los que son considerados maestros pueden tener más dificultades para mantener la compostura y cometer errores cuando existe la presión añadida de que se espera que no lo hagan.
Los alumnos rápidos confían en su instinto y cometen tantos errores como pueden.
No intencionadamente, por supuesto, pero acogen cada una de ellas como una valiosa lección que aprender.
7. Piden ayuda a los demás
Hay personas a las que les cuesta pedir ayuda. Su ego o su orgullo se interponen.
No les gustaría que les pillaran muertos preguntando a alguien cómo hacer algo.
Pero en realidad, no hay nada malo en pedir ayuda.
A veces, es exactamente lo que se necesita para impulsar el aprendizaje.
Aunque descubrir algo por ti mismo puede ser más gratificante, pedir consejo a un experto puede ser beneficioso para los que aprenden rápido.
De ese modo, podrán guiarte por el buen camino, ayudándote a evitar que gastes tu tiempo en actividades que ellos han probado y considerado inútiles.
8. Tienen una rutina de aprendizaje coherente
Las lecciones no se aprenden en un solo día.
Desgraciadamente, no somos robots capaces de descargar habilidades que puedan utilizarse inmediatamente después de ser instaladas en el sistema informático de nuestro cerebro.
Para aprender lo más rápido posible, los alumnos rápidos practican a menudo.
Según un estudio, la constancia en el aprendizaje desempeña un papel importante en la comprensión y el dominio del idioma.
Es el atleta que va a entrenar con regularidad. El músico que va a ensayar. El escritor que desarrolla un hábito de escritura.
Cada uso de su habilidad les acerca más al objetivo que desean alcanzar.
Cada sesión de práctica afianza aún más la lección en sus cuerpos y mentes, de modo que cuando llegue el momento en que se necesite su habilidad, ya habrán realizado los movimientos las suficientes veces como para que les resulte natural.
Cuanto más haces algo, mejor se te da.
9. Tienen una técnica de memorización
Cuando se aprende algo, suele haber una serie de pasos que hay que recordar para realizarlo bien.
Esos procedimientos pueden variar en función de lo que se esté aprendiendo. Un bailarín debe memorizar los pasos de la actuación. El estudiante de enfermería debe memorizar complejos nombres de medicamentos.
A la mente humana le cuesta retener datos dispares, por eso recordar el número de un desconocido puede ser complicado.
Por eso hay personas que emplean un dispositivo mnemotécnico.
Según un estudio, al convertir los pasos en un acrónimo más fácil de recordar, los alumnos rápidos pueden utilizar el poder de la mnemotecnia para mejorar su capacidad de recuerdo y memorización.
10. Son oyentes activos
No se puede aprender sin escuchar primero a un mentor, maestro, profesor... a cualquiera que te guíe. Cuando los alumnos rápidos escuchan a sus instructores, atienden con atención a sus instrucciones.
Mediante la escucha activa, son capaces de captar toda la información necesaria para poder asimilarla y aplicarla en su trabajo.
11. Admiten no saberlo todo
Aprender rápido no significa tener que aprenderlo todo.
No hace falta estudiar la historia de la imprenta y la literatura para ser un escritor aceptable.
Cuando alguien empieza a aprender algo, sólo necesita conocer realmente las partes esenciales de la habilidad, las partes que realmente va a utilizar.
Aunque aprender sobre los diferentes genios literarios de la época acabará siendo útil, a la larga llevará demasiado tiempo, un recurso con el que los alumnos rápidos son frugales.
12. Visualizan el problema y la solución
Las competencias no suelen existir en el vacío.
Donde hay una habilidad, hay un lugar para aplicarla. Un estudio reveló que visualizar la solución puede acelerar el aprendizaje, ya que les permite tener un resultado final claro hacia el que trabajar.
Visualizar cómo pretenden utilizar la destreza permite a los alumnos rápidos cribar qué destrezas contribuirán a la solución y cuáles no.
De ese modo, sabrán a qué dar prioridad y serán estratégicos en su aprendizaje.
No hay nada malo en aprender más despacio.
Cada uno va a su ritmo. Pero no basta con adquirir habilidades y conocimientos para hacer ciertas cosas.
La principal similitud entre los que aprenden rápido y los que lo hacen más despacio es que ambos se aseguran de que entienden lo que están aprendiendo.
En lugar de ampliar sus conocimientos, se aseguran de seguir profundizando en ellos.